viernes, 13 de febrero de 2015

Gandía: Visita a La Albufera



El día amaneció frío y desapacible, pero ya lo habíamos planificado y lo cumplimos. Se trataba de ver La Albufera y El Palmar, como pueblo representativo del lugar. Después del desayuno, carretera  y manta.

Mirador de la Albufera en la CV-500 cerca del Parador El Saler
Para llegar desde Gandía tomamos la N-332 hasta Cullera y Sueca. A partir de aquí la CV-500 dirección El Perelló y El Perellonet. Aproximadamente una hora de coche y cerca de 60 km. 
Desde este mirador se observa en todo su esplendor el Parque Natural La Albufera (1960)  formado por el lago de La Albufera y su entorno húmedo.
La importancia ecológica que presenta este espacio natural ha quedado definitivamente puesta de manifiesto con la reciente incorporación, 8 de mayo de 1990, a la lista de humedales de importancia internacional designados por el Gobierno español, establecida en virtud del convenio relativo a humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas, hecho en Ramsar (Irán) el 2 de febrero de 1971.

El Parque Natural de La Albufera, con una superficie de 21.120 hectáreas, constituye un área, geológicamente deprimida y subsidente, que se ha rellenado con aluviones cuaternarios tras producirse el cierre del antiguo golfo por un cordón litoral que se extiende desde Valencia hasta Cullera. Esta barra arenosa o restinga tiene su origen en los aportes de sedimentos fluviales procedentes del rio Turia y distribuidos desde el norte por la corriente de deriva.  La profundidad del lago es escasa,  con una  media inferior a los 80 cm, aunque en algunos puntos llega a alcanzar los dos metros. El lecho del   lago se compone, por lo general, de finos limos con  un elevado contenido en materia orgánica. 

El arrozal: Las especiales condiciones de inundabilidad que existían en el entorno del lago y su escasa profundidad permitieron su transformación agrícola para el cultivo del arroz. La actividad arrocera, pionera del expansionismo agrario en las zonas húmedas se fue extendiendo a costa de la paulatina reducción de la superficie del lago, especialmente a partir del siglo XVIII. El arroz producido en el Parque Natural es casi en su totalidad del tipo denominado «redondo» fundamentalmente la variedad bahía, mientras que en las demás zonas arroceras nacionales se produce el tipo «largo» o «chino», de mayor aceptación en Europa, pero cuyas cualidades gastronómicas son muy inferiores a las del primero, sobre todo para el condimento de los platos tradicionales valencianos. Es importante resaltar la riqueza de matices que muestra el arrozal a lo largo de su ciclo, desde el periodo de inundación invernal que multiplica por cinco la superficie de agua libre del lago, a los distintos cambios que se van sucediendo durante el desarrollo, desde la siembra en abril y mayo hasta la siega en septiembre.
Nuestra visita ha coincidido con el inicio del ciclo del arroz. Ahora, en enero y febrero se vacía el agua de los campos para empezar a fanguear (se aran los campos y la paja del arroz que queda del año anterior se mezcla con el barro, pudriéndose y creando un gran fertilizante natural).
Hasta finales de abril y principios de mayo no es el momento de la siembra, para que a principios de septiembre, cuando la espiga haya crecido del todo, empiece la siega. Antes se hacía a mano, con una hoz, aunque el paso del tiempo ha permitido mecanizar un proceso que ahora se hace muy rápido. En noviembre y diciembre las compuertas que comunican el Mediterráneo con la Albufera se cierran, y el agua que sobra se manda a las acequias que hay en el perímetro de los campos. A través de un simple sistema de pequeñas compuertas, los agricultores pueden utilizar el agua sobrante para regar sus campos.
Después de estar contemplando la Albufera (flora y fauna) durante un buen rato, nos dirigimos al pueblo de El Palmar que está a unos 2 o 3 km. de este punto. La carretera es muy estrecha y el paisaje a izquierda y derecha espectacular. Se pasa por diferentes embarcaderos para visitar en barca, por fincas con sus barracas correspondientes, etc. Finalmente llegamos al pueblo. A la derecha, un parking para autobuses y coches, y un cartelón que te avisa que es el lugar de España donde mejor se come. Y no es por falta de restaurantes, hay infinidad de ellos, en todos tienen al arroz como plato estrella y su especialidad típica es la paella valenciana y el "all i pebre", cuyo ingrediente principal es la anguila.
Restaurantes en la Plaza de la Sequiota

Hablar de El Palmar también es hablar de barracas, típica casa valenciana, de agricultor, de pescador. Levantadas con madera y barro y cubiertas con techos de cañas de la misma Albufera, daban protección a las familias aunque carecían de luz y electricidad. Hoy, las pocas que quedan gozan de protección como bien de interés cultural y muchas se destinan a la cocina de la tradicional paella valenciana en beneficio de los amantes de la cultura gastronómica.

Esta población tiene múltiples posibilidades, puedes visitar alguna barraca o montar en barca y navegar por La Albufera. El día perfecto para visitar El Palmar sería reservar una mesa en uno de los muchos restaurantes que hay y después dar un paseo en barca por La Albufera guiado por alguno de los excelentes barqueros para ir a las zonas más bonitas de la laguna. Después disfrutar de una buena paella valenciana o arroces de todas clases y el famoso All i Pedre con anguilas, típico de El Palmar.

Visita en barca
Después visitar una barraca. La Barraca dels Arandes se encuentra en el centro del pueblo. Casa típica de la región valenciana. Construida en el siglo XIX es la más antigua de El Palmar y conserva la estructura original. Las paredes que no superan los 1,5 m de altura, son de adobe. El techo está formado por una estructura de vigas de madera sobre la que se extiende una capa de cañas largas. Encima se fija el material vegetal de la cubierta llamado borró, que se siega en la Devesa. El suelo es de barro prensado. Todo un símbolo de la vieja Albufera, de sus tradiciones y de su historia en medio de restaurantes modernos, casas de hormigón y antenas parabólicas.
Barraca dels Arandes

Interior de una barraca

La barraca servía de vivienda a los labradores, por lo que se sitúa en las zonas de huertas de regadío. Existen ejemplos de barracas en la zona costera central de la Comunidad Valenciana en las comarcas que rodean a la Albufera de Valencia.


El edificio es de planta rectangular, de unos nueve por cinco metros, con cubierta triangular con un marcado ángulo para desaguar las precipitaciones torrenciales tan típicas de dicha zona, con un caballete perpendicular a la entrada (usualmente orientada al sur) que está situada en uno de los lados menores. La distribución es siempre parecida: una puerta en la fachada sur que da acceso a un amplio pasillo que recorre toda la edificación hasta la fachada norte, donde se habilita otra puerta que permite la circulación de aire. Este pasillo es utilizado como cocina, comedor y almacén.






jueves, 12 de febrero de 2015

Gandía: Visita a Bocairent



Una vez conocida y visitada Gandía, es recomendable desplazarse a Bocairent situado a unos 60 km. y una hora en coche aproximadamente. Es un pueblo pequeño, no llega a 5.000 habitantes, pero muy rico en historia, desde el Neolítico, iberos, romanos, árabes, cristianos han dejado sus huellas en las costumbres, formas de vivir, construcciones, etc. de los bocairentinos. La etapa islámica fue una de las más prósperas y la que ha dejado un mayor legado. La música tradicional, la gastronomía, las fiestas y algunas tradiciones así lo demuestran. En 1245 la población pasó a formar parte de la Corona de Aragón. En 1418 fue declarada Villa Real y en 1587 Felipe II le otorgó el título de Real Fábrica de Paños, que dotó a Bocairent con el Libro de los Privilegios, es decir, la reglamentación corporativa de las actividades textiles, actividad que ha continuado hasta nuestros días.
Panorámica de Bocairent desde la carretera

Cuando nos acercamos por la carretera se contempla una impresionante panorámica del pueblo, por lo que la visita al casco antiguo de Bocairent, declarado conjunto histórico-artístico, se hace imprescindible. El trazado de sus calles es del más puro estilo árabe, con subidas y bajadas, escaleras, revueltas, plazoletas , callejones... Un paseo por las empinadas calles, que es conveniente realizar con el calzado adecuado, nos descubrirá rincones de gran belleza.

Nuestra visita coincidió con el último día de las fiestas de Moros y Cristianos que se celebran en honor de San Blas. Llegamos alrededor de las cuatro de la tarde y hasta las cinco no se reanudaban los actos festivos, por lo que nos dió tiempo de visitar el pueblo y su Barrio Medieval. Un auténtico placer para los sentidos perderse por sus interminables escalones arriba o abajo y callejones imposibles. No te puedes imaginar hoy día esta manera de construir casas en lo escarpado del terreno. El frío reinante no hizo mella en nuestro interés por conocer esas plazoletas, pequeñas ermitas y miradores en los laterales del barrio. No te cansas de pasear hasta que las pendientes te dejan sin aliento.

La primera parada en la Plaza del Ayuntamiento, animadísima de moros y cristianos, bandas de música (hasta nueve conté) y cafés y restaurantes llenos animados por dichos músicos.


Estas chicas, muy amablemente nos contaron que desde el viernes llevaban de fiesta, rememorando la proclamación de San Blas como patrón el 6 de noviembre de 1632. El sábado se desarrolló el acto más multitudinario con la entrada de las tropas cristianas y moras. Más de sesenta formaciones musicales marcaron el ritmo a las ochenta escuadras, la mitad con trajes especiales, y los nueve boatos previstos por las capitanías de esta edición durante más de cinco horas. Caballería, halconería, dromedarios, camellos, ballets, abanderados o carrozas artísticas formaran parte del séquito de Espanyoletos, Granaderos, Contrabandistas, Terç de Suavos, Estudiantes, Moros viejos, Marrocs, Moros marinos y Mosqueteros, efectuándose a la conclusión del desfile, la revista de tropas, un acto único de la localidad.

El domingo  con la caída de la noche, los cirios y los “Vítol al patró sant Blai” acompañaron la procesión al patrón cuyos momentos culminantes tuvieron lugar con la llegada a la plaza del Ayuntamiento del Guión pintado por Joaquín Sorolla y la reliquia e imagen del santo. Centenares de velas y fuegos artificiales fueron los encargados de alumbrar la caída de miles de papeles de colores en una escenografía que desborda los sentimientos de todos los presentes. Tras la reanudación de la marcha, la emotividad reapareció con la finalización del acto en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora y el canto del Himno a san Blas.

Hoy martes, 10 de febrero, se ha subido en romería a la ermita del Santo Cristo y una vez acabada la misa de Acción de Gracias, el Embajador Moro recitó el “Despojo del Moro”. Éste, al desprenderse de sus regias vestiduras, hace pública la profesión de fe y se convierte al Cristianismo.


Por la tarde a las cinco, se reanudaron los actos con el “Te Deum” de Acción de Gracias en la Iglesia de la Asunción, acto al que asistimos, y posteriormente se realizó el cambio de Bandas a los capitanes y alféreces del próximo año.
Entrando Iglesia Asunción
Iglesia Asunción
























Antes de que empezaran estos actos, nos dió tiempo de visitar una cafetería excavada en la roca, el Mirador de la Sierra Mariola que tiene una leyenda que más o menos habla de hace 2000 años, en la época de la dominación romana, y en concreto mientras Tiberio Claudio Nerón fue emperador. En aquella época el gobernador de estas tierras, que al parecer se había enriquecido con la explotación de alguna mina de oro que las crónicas dicen existían en esa época, se llamaba Sexto Mario y tenía una hija llamada Mariola. La quería y temía tanto por ella que a un comerciante africano le compró un cachorro de pantera negra y se lo regaló para que siempre estuviesen juntas, y así la protegiera. Las riquezas de Sexto Mario despertaron el deseo del propio emperador. Cuando Tiberio Claudio Nerón pensó en hacerse con aquellas riquezas, urdió casarse con la joven Mariola, que a menudo se la veía paseando por la sierra en compañía de su pantera. Pero la joven rechazó al emperador porque estaba enamorada de otro joven, y el emperador que no aceptó aquel desplante, planeó como buscar la ruina de aquella familia y de paso confiscar todos sus bienes.
El emperador entonces llamó a su corte a Sexto Mario y a su hija, con una excusa, sólo que Sexto se imaginó que era una trampa y le dijo a su hija que no acudiera y se ocultara en lo mas intrincado de la sierra con su pantera. Al llegar Sexto Mario a Roma fue acusado de incesto y condenado a morir arrojado desde la roca Tarpeya. Cuando los soldados acudieron a buscar a Mariola no la pudieron encontrar, oculta enmedio de la sierra, y ya nunca más se supo de ella. Desde entonces pastores, campesionos y caminantes dicen que a veces al atardecer se ve una figura que parece que flota por los riscos seguida de una negra sombra a cuatro patas.


La Plaza de toros de Bocairent constituye una pieza única y singular por su originalidad ya que está excavada en su mayor parte en roca viva. Se sigue utilizando tanto para su uso original como para un gran número de actividades festivas y culturales. Dispone de seis corrales, igualmente excavados en la roca; de matadero; de enfermería, y de capilla. Constituye el recinto taurino más antiguo de la Comunidad Valenciana ya que data del 1843. Tradicionalmente, esta plaza ha sido considerada como una cuna del toreo y como un trampolín para torear en plazas más relevantes. Por eso mismo, por ella han pasado las figuras más grandes del toreo de todos los tiempos.

En la próxima visita nos detendremos en las cuevas donde se guardaba la nieve, las covetes dels Moros, las ermitas, etc.


miércoles, 11 de febrero de 2015

Gandía: El Palacio Ducal



El Palacio Ducal puede visitarse por la mañana desde las 10:00 h. hasta las 13:30 h. y por la tarde desde las 15:00 h. hasta las 18:30 h. siendo el precio de la entrada con guía y para jubilados de 6 euros. Hay cuatro visitas guiadas diarias, dos por la mañana y dos por la tarde, nosotros elegimos la visita guiada de las cinco de la tarde.

Ayuntamiento de Gandía

Como habíamos llegado con suficiente tiempo, estuvimos contemplando la Plaza Mayor, a muy pocos metros del Palacio, y su bonito Ayuntamiento.  El Ayuntamiento de Gandía se encuentra en esta Plaza Mayor (Plaza de la Constitución) frente de la Colegiata. Aquí se encontraba antes el mercado y diferentes talleres artesanales. Muy próximo se encontraban también la casa de pesos y medidas y la cárcel. A ambos lados del ayuntamiento se encontraban (antes de la restauración) otras casas y comercios que desaparecieron. Fue construido en 1778, durante el reinado de Carlos III (cuenta con una inscripción que lleva su nombre) y sólo se conserva del edificio original su fachada de sillares de piedra de estilo neoclásico. Sobre tres arcos de medio punto hay cuatro columnas dóricas con un medallón entre las dos centrales que sostienen un friso adornado por triglifos. El medallón hace referencia al año en que se terminó de construir el ayuntamiento (1781). Por encima, una balaustrada con cuatro bustos de piedra, que tienen como misión vigilar a los gobernantes, y representan las cuatro virtudes cardinales que debia cumplir todo político (prudencia, templanza, justicia y fortaleza). El edifico fue totalmente remodelado en 1982.
En el año 2012 se renovó totalmente la plaza y se reubicó la estatua de San Francisco de Borja. Hoy la estatua se encuentra al lado izquierdo de la entrada principal del ayuntamiento. Varias veces durante el año tienen lugar diferentes eventos en ella. Durante las fiestas en honor a San José se monta una gran falla, en Navidad hay mercados medievales y un gran Belén, durante las fiestas de Gandía tiene lugar la concentración del tío de la porra que saca a los niños del colegio, muchas procesiones parten de allí y muchos más eventos tienen lugar en ella.


Como ya era la hora nos dispusimos a visitar el Palacio Ducal. Por si alguien no lo sabe, es conveniente recordar que  los Borgia eran los Borja y son originarios de Játiva y Gandía, dos bellas ciudades valencianas. En Játiva, en 1431, nació Rodrigo de Borja, padre de la dinastía, que más tarde se fue a Roma, italianizó su apellido y tras múltiples maquinaciones palaciegas llegaría a ser el Papa Alejandro VI. Después le compraría a los Reyes Católicos el ducado de Gandía y mandaría allí a su hijo mayor, Pedro Luis. Sus dos hijos más famosos, César Borgia y Lucrecia Borgia permanecieron con él en Roma como peones de sus intrigas y sus negocios más terrenales en uno de los periodos más fascinantes, convulsos y truculentos del Renacimiento.
Éramos un grupo muy pequeño y el guía realizó una explicación exhaustiva. Comenzamos en el patio que hay nada más entrar.
Portada de entrada

Uno de los escasos vestigios que quedan de la primitiva construcción del palacio es la puerta y el cerrojo original del siglo XIV, así como la actual portada adovelada de medio punto por la que se accede al zaguán construido en tiempos de Alfonso el Viejo y el cerrojo que la cierra por dentro, que aún conserva perfectamente visibles las barras del escudo real de Aragón en recuerdo de sus antiguos residentes.
La familia Borja, colocó en su día sobre esta impresionante portada el escudo de armas en piedra que hoy todavía se conserva, sostenido por dos ángeles y dentro de una pequeña hornacina flanqueada por sendos hombres primitivos de larguísimas barbas. Esta fachada principal es de mampostería recubierta con mortero de cal y arena.

El Palacio Ducal de Gandia es un edificio que se remonta al siglo XIV. Para su construcción, se eligió el emplazamiento más elevado de la villa de Gandia, el “tossal”, y fue Alfonso de Aragón (Alfonso el Viejo), primer duque real de Gandía, quién se encargó de definir la configuración arquitectónica del palacio en época medieval. El palacio vivió así su primera época de apogeo con una corte de artistas, poetas y escritores entre los que se encontraban Ausias March y Joanot Martorell, convirtiéndose así en centro neurálgico del denominado Siglo de Oro de la literatura valenciana.

Con la llegada de la familia Borja a raíz de la compra del ducado de Gandia por parte del cardenal Rodrigo de Borja, el edificio se verá ampliado y modificado. Pedro Luís, María Enriquez de Luna y Francisco de Borja, dejaran su impronta entre los siglos XV y XVI. De esta época corresponde la remodelación del Salón de Coronas.
En época barroca, los duques Borja darán un nuevo aire al edifico con la remodelación del salón de Águilas y la construcción de la Galería Dorada, construida para conmemorar la canonización de Francisco de Borja. Tras la muerte del undécimo duque Borja sin descendencia, el ducado y el edificio pasaran a manos de familia nobles, que normalmente no residirán en Gandia. Durante prácticamente un siglo el edificio permanecerá abandonado, hasta que en 1890, la Compañía de Jesús adquirirá el inmueble en pública subasta.
Durante esta fase se llevó a cabo en el palacio una importante restauración cuya finalidad es consolidar todos los espacios del inmueble y promover toda una nueva decoración artística destinada a elevar la figura de San Francisco de Borja. Cabe destacar de este periodo la construcción de la Capilla Neogótica y el acondicionamiento del Oratorio o Santa Capilla del Palacio Ducal.
Patio de armas del Palacio
Al cruzar la puerta principal nos encontramos con el zaguán de entrada, que alberga a su izquierda oficinas y taquillas (jubilados con guía 6 euros, sin guía 5 euros), separado del magnífico patio de armas por un impresionante arco escarzano y cubierto por una techumbre de madera decorada con piezas de nácar y hueso. Actualmente en el ala norte del patio, en lo que originariamente fueron las caballerizas del edificio, se encuentra ubicada la iglesia del Sagrado Corazón, abierta únicamente en horario de misas, coronada por una espectacular galería. También se ubica en este espacio de estructura trapezoidal la escalera señorial que da acceso al Salón de Coronas.
De todos los ventanales que se abren al patio, únicamente el situado sobre la escalera de honor es original. A este patio de armas recaen las principales dependencias del edificio y, desde la planta baja, se accede a la que fuera antigua armería (actualmente capilla privada de la comunidad) y junto a ésta, el otro pulmón del edificio, el Patio de la Cisterna (por el enorme aljibe que albergaba), conocido también como Patio de las Cañas.
Patio de la Cisterna















De aquí pasamos al Salón de Coronas, situado en la primera planta, mediante un ascensor, aunque se pueden utilizar unas escaleras que hay junto a él. Originariamente se accedía por la escalera del Patio de Armas. Es una gran habitación rectangular que cumplía las funciones de salón de reino, aquí se recibían las audiencias, se tomaban las decisiones de estado y se despachaban los asuntos más importantes en tiempos del IV duque de Gandía. Fue construida entre 1544 y 1545 sobre tres salas más pequeñas del siglo XIV. San Francisco de Borja, IV duque de Gandia amplió las salas y elevó el techo con una techumbre de madera decorada con numerosas dobles coronas de donde toma el nombre la sala. La iluminación se recibe a través de unas ventanas góticas con asientos de piedra de los llamados festejadores. Desde esta sala se ve por un lado el Patio de Armas y por el otro el río Serpis. Actualmente, la sala se encuentra decorada por ocho sargas y un lienzo obra de Martín Coronas, junto con una pintura de autor desconocido, datada en el siglo XVIII, y que complementa el ciclo de escenas de la vida de Francisco de Borja, cronológicamente ordenadas en el sentido de las agujas del reloj. Presidiendo el salón encontramos el retrato del IV Duque, Francisco de Borja, vestido con los hábitos de Caballero de Santiago.

El techo del Salón de Coronas tiene como elementos decorativos la doble corona ducal de los Borja que llena todo el artesonado y también en el suelo podemos ver representada la  doble corona ducal. El salón tiene un zócalo de azulejos valencianos del siglo XVI que decoran sus muros aunque sólo los del muro que da al patio son originales provenientes de los alfares de Triana que recorren el alto zócalo y que están realizados con la técnica de la cuerda seca o arista, el resto son reposiciones efectuadas a principios del siglo XX. No tiene chimeneas y se calentaba a base braseros. También destaca una inscripción que rodea la sala por su parte superior y que traducida del latín nos dice "Corred para arrebatar el premio pues no será coronado sino el que haya combatido según la ley". Texto tomado de San Pablo y con las cuales San Francisco de Borja (todavía duque) quería transmitir este sabio consejo a sus hijos.

Capilla Neogótica
Desde aquí pasamos a la Capilla Neogótica entrando por una puerta situada a la derecha al fondo de la sala. De estilo neogótico realizada en la primera mitad del siglo XX tiene un cierto aire de estilo bizantino.

Es de destacar la cúpula nervada de vivos colores azulados con estrellas doradas y el retablo de la capilla, junto con los dos iconos situados a su izquierda y a su derecha. Los muros se decoran con imágenes de santos y atributos de santos realizados por el hermano Martín Coronas. Esta sala era el antiguo despacho del IV duque de Gandia (San Francisco de Borja) que fue transformada en 1896 como capilla por la Compañía de Jesús. De tiempos de San Francisco de Borja y que todavía hoy se puede apreciar en esta sala destaca el Crucifijo original del santo.

Siguiendo nuestro recorrido nos encontramos con una pequeñísima habitación, que era la residencia de San Francisco de Borja cuando ya era jesuita. En ella podemos ver una recreación de su cama y la máscara mortuoria.

Inmediatamente llegamos a la Santa Capilla donde el santo practicaba sus oraciones y disciplinas.  El espacio está protegido y no se puede pasar, se ve desde la puerta y tampoco se puede fotografiar.
Santa Capilla

Según una leyenda muy extendida, el diablo pretendía distraerlo de sus devociones lanzando piedras a través de una pequeña ventana de alabastro que todavía se conserva junto al altar y la creencia popular asegura que algunas de las manchas de sangre son las gotas de sangre provocadas por las excesivas mortificaciones que se auto infligía el duque con sus penitencias. El recinto es un pequeño oratorio con un techo poligonal que recuerda la forma de un ataúd. Según la tradición tiene su origen en el hecho ocurrido en Granada, cuando vio el cuerpo de la emperatriz Isabel de Portugal en descomposición, que motivó el abandono de la vida mundana por la vida eclesiástica. Según se cuenta, al destapar el féretro y ver el estado de descomposición de la fallecida, juró no servir más a ningún amo que pudiera morir, por lo que se incorporó a la Compañía de Jesús una vez falleció su esposa y después de haber dejado en orden todos los asuntos terrenales de su ducado y de su familia.


En las paredes de la Santa Capilla todavía se conservan las grisallas realizadas por Filippo de San Leocadio (hijo del afamado pintor Paolo de San Leocadio) que representan los quince misterios del Rosario, muy retocadas por el hermano Coronas. El aspecto actual de la techumbre y el pavimento corresponde a una intervención realizada por la Compañía de Jesús.



Desde aquí llegamos a una galería, desde la que se puede observar el patio de armas y en la que se conservan parte de los azulejos que se encontraban en todo el palacio, a modo de murales en la pared, para que nos demos cuanta de lo rico y variado del suelo y pared en aquellos años, con casi todas las baldosas de cerámica de Manises, tan famosa todavía.



Cámara de la Duquesa



Por la galería accedemos al Salón de las Águilas y la Cámara de la Duquesa. La Cámara de la Duquesa en realidad los aposentos de María Enríquez, donde nació́ Francisco de Borja un 28 de octubre de 1510. Según la leyenda, en esa noche  apareció́ en el cielo una estrella fugaz que anunciaba el nacimiento de un hombre santo, quedando reflejado en el escudo de la Gandía.

En ella encontramos una recreación de principios del siglo XX con la cama donde nació San Francisco de Borja. Se trata de una habitación con tres arcos apuntados de estilo neogótico que dividen la estancia en dos crujías. La sala realizada con sillares de piedra artificial, conserva sin embargo un pavimento de azulejos de Manises de los más antiguos del palacio pues está fechado en el siglo XV con dibujos moriscos en azul y blanco de los conocidos como "encadenats".




El Salón de Águilas es de un salón rectangular que recibe su nombre, por el friso dorado que recorre la parte alta y que tiene como elementos decorativos principales, águilas y granadas.
Detalle del Salón de Águilas


Era la antigua Sala de San Miguel. En el centro del techo podemos ver un gran florón, desde donde colgaba la lámpara que daba iluminación al salón. Tanto este elemento central como el friso de águilas está realizado en yesería y dorado con pan de oro. Se fecha su construcción a finales del siglo XVII o principios del XVIII. Desde esta sala se tenía una vista privilegiada del centro de la ciudad de Gandía.

Salón de las Águilas

Continuamos nuestro recorrido y por una puerta muy decorada, entramos en el Salón Dorado o Galería Dorada. El inicio de la construcción se sitúa en torno al año 1671, año en que Francisco de Borja es canonizado por el papa Clemente X. La construcción de la galería fue un homenaje por la canonización del santo de la familia Borja. El impulsor de la obra es el X Duque de Gandia, Pascual Francisco de Borja-Centelles y Ponce de León. La obra quedó finalizada alrededor del año 1713 según indica uno de los medallones de la sala.
Salón Dorado o Galería Dorada
Su proyecto y diseño corresponde a Leonardo Julio Capuz (1660-1731). Recibe este nombre por la riqueza decorativa que adorna todo el salón, tanto por la utilización de los dorados como por rica policromía de sus puertas y ventanas. Decoración a base de rocallas, dorados y otros elementos del barroco del momento (cartelas, acantos, grutescos, hojarasca etc.).

Este salón era usado como salón de fiestas, se trata de una gran habitación rectangular dividida a su vez en cinco salones, separados por cuatro portones o cancelas de madera las cuales tienen la particularidad que son movibles, por lo que bien podían cerrarse individualmente o bien abrir todas las puertas lo que dejaba todo el salón diáfano. La riqueza decorativa de esta sala es magnifica, en cada dintel de separación y en el centro de un óvalo dorado, encontramos retratos de jesuitas de la Compañía de Jesús. En el techo nos encontramos con pinturas al temple sobre lienzos llevadas al techo en lugar de pinturas al fresco y en el suelo se ha recuperado parte del pavimento original, frente al moderno, lo que da pie a un interesante contraste en cuanto a la calidad de los solados.
Azulejos originales en los balcones del Salón Dorado en el Patio de la Cisterna
La decoración predominante en la primera sala es a base de adornos heráldicos (Sala Heráldica de la familia Borja), la segunda sala con decoración barroca (Sala Ornamental), la tercera sala recoge decoración relativa a su canonización (Sala de San Francisco de Borja). La cuarta sala se decora con elementos relativos a la Sagrada Familia (Sala de la Sagrada Familia) con un gran lienzo en el techo de la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad. La quinta y última es conocida como Sala del Cielo y la Tierra. En el suelo de esta habitación encontramos un pavimento cerámico con una alegoría de la humanidad. 


Este pavimento alegórico de la humanidad está datado a principios del siglo XVIII, es el único que se conserva original, está formado por unas 1.500 piezas, los colores utilizados son principalmente el azul, el amarillo y el verde. Se trata de una ornamentación de cerámica de Manises del siglo XVIII, referida a los cuatro elementos (aire, tierra, mar y fuego) y en el centro el Sol. Es conocido como mosaico barroco de los cuatro elementos o pavimento de los cuatro elementos.
Glorificación de San Francisco de Borja


En el techo de esta quinta sala encontramos un gran lienzo pintado al temple obra de Gaspar de la Huerta. Realizado en el siglo XVIII es una exaltación a la familia Borja, con la Glorificación de San Francisco de Borja.


Es de destacar la decoración pictórica de los muros exteriores de esta sala, desarrollados a base de ornamentación vegetal en los entrepaños de los balcones y decoración de cenefas, volutas, jarrones y apilastrados de color almagra y gris en el resto de la fachada. También destacamos las cubiertas protectoras de los balcones a base de tejas vidriadas con tonalidades azuladas y blancas en contraposición a los colores blancos y verdes del tejado de la sala. En todo su perímetro exterior dispone de un total nueve balcones con tejaroz y suelo de azulejos.

Desde el Salón Dorado se accede a una terraza donde se puede contemplar el exterior del Salón Dorado, el Patio de la Cisterna, los patios del colegio de los Jesuitas, así como una vista del río Serpis.

Exterior del Salón Dorado
Río Serpis


 
Detalle del exterior del Salón Dorado
 















Desde esta terraza se despidió el guía y nos dejó hacer fotografías, ya por libre, de los lugares permitidos dando por concluida así la visita.



martes, 10 de febrero de 2015

Gandía: Un paseo por la ciudad



Pasear por Gandía es descubrir la belleza y la tranquilidad de su casco histórico mezclado con ese ir y venir de gente por su calle Mayor, difícil de procesar si se dispone de poco tiempo. El paseo puede  hacerse en una hora aproximadamente, o echar todo el día, depende de los sitios donde paremos o si seguimos algún itinerario alternativo. Nosotros dedicamos la mañana a ver sus calles y edificios emblemáticos, parándonos en algunas de sus múltiples tiendas y/o bares. La tarde la dedicamos, en exclusiva, al Palacio Ducal, Colegiata y Ayuntamiento.


En esta ocasión nos desplazamos en autobús, que tiene su parada número 24 muy cerca del hotel y te lleva al centro de Gandía, parada 33 junto a la estación de ferrocarril. Se llama La Marina, cuesta 1,50 euros y pasa cada 15 minutos.


Al bajar del autobús, hicimos nuestra primera parada en la Oficina Turística, que está allí mismo, y recogida de folletos informativos, planos, etc. continuando nuestro paseo por la Avda. Marqués de Campo hasta llegar a la Plaza de Las Escuelas Pías.
Calixt III, Lucrecia Borja, Alejandro VI, César Borja y San Francisco de Borja
Hay tanto que ver, fotografiar y recordar de estos lugares, que seguramente olvidaré muchas cosas o no reflejaré exactamente su belleza. Hay que venir y verlo. Aquí comienza nuestro recorrido en Plaza de Las Escuelas Pías, aquí haremos una primera parada para admirar estas esculturas que forman un conjunto de cinco estatuas que representan a varios miembros de la emblemática familia de los Borja que vivieron en la ciudad. Las estatuas representan San Francisco de Borja (IV duque y patrón de la ciudad), César Borja (hijo de Alejandro VI), Alejandro VI (papa), Lucrecia Borja (hija de Alejandro VI) y Calixt III (papa).

El edificio de las Escuelas Pías, llamado también Antigua Universidad de Gandia que fundó el duque San Francisco de Borja en el año 1549 y donó a la Compañía de Jesús, se encuentra en la puerta de acceso al centro histórico de la ciudad. Las Escuelas Pías han sufrido un largo proceso de rehabilitación que se remonta a 1992, y que concluye en octubre de 1998 con la inauguración de un edificio que ha recuperado su anterior sentido cultural y educativo, con la reubicación de la Uned, la Escuela Permanente de Adultos y el colegio de los Escolapios. Durante varios siglos la universidad fue uno de los centros  más importantes de la zona, en ella se impartieron clases universitarias a personas emblemáticas de la época hasta que en 1767 los Jesuitas fueron expulsados del territorio español. La Antigua Universidad contaba con celdas, refectorios, una enfermería, varias oficinas, las aulas académicas y una iglesia. El edificio de las Escuelas Pías tenía un pasadizo o tunel secreto (que se conserva en parte pero no es accesible al público) que conectaba éste con otro edificio emblemático de Gandia. La Antigua Universidad cuenta con un gran patio interior que se usa hoy cómo patio de recréo del colegio.
Calle San Francisco de Borja
Paseo de las Germanías
Por la calle San José de Calasanz llegamos a la concurrida y comercial calle San Francisco de Borja y desde ésta llegaremos al Paseo de las Germanías, llamado así en recuerdo de la Guerra de les Germanias, una revuelta gremial contra la nobleza, que hacia 1520 tuvo notables consecuencias para Gandía y el Reino de Valencia. El paseo atraviesa la ciudad de este a oeste formando parte del ensanche del S. XIX, construido tras la demolición de las murallas, señalando en el suelo su trazado mediante unas marcas metálicas.

Marcas metálicas








A un lado del Paseo se encuentra El Raval (arrabal) que era el barrio donde vivían los musulmanes hasta su expulsión en 1609. Conserva parte de su fisonomía, con estrechas calles y casas bajas con fachadas encaladas. Era el barrio donde vivían los musulmanes (llamados mudéjares mientras mantuvieron su religión y moriscos tras ser bautizados a la fuerza en la Guerra de las Germanías).
La iglesia de San José fue construida sobre una antigua mezquita musulmana.


Y volviendo al Paseo nos encontramos con el Teatro Serrano. Construido en honor al músico valenciano José Serrano, fue inaugurado en el verano de 1900 como Teatro Circo y cambió su nombre a Teatro Serrano en 1912. Actualmente tiene dos salas que permiten una programación estable durante todo el año: teatro, conciertos, zarzuela, danza, cine, etc. Su fachada modernista se alzó en 1921. En 2006 su interior ha sido totalmente reconstruido para atender las nuevas necesidades escénicas.

Teatro Serrano

Continuamos por la misma acera del Paseo de las  Germanías y llegamos a donde se encuentra la Casa de Cultura Marqués González de Quirós, más conocida como la Casa de la Marquesa. Su construcción data de finales siglo XIX por encargo de la familia Valier Lapeyre, una de las más acaudaladas de la sociedad gandiense de la época.

Aunque iba a tener un uso residencial, se diseñó con una estructura defensiva palatina. Consta de planta baja, la planta noble y un segundo piso y está flanqueada por dos cuerpos superiores semejando dos torres defensivas. En la fachada resaltan unas imponentes puertas de madera rematadas con elementos en hierro forjado así como el acabado de las rejas de las ventanas y los balcones. Ya en el interior destaca la escalera de mármol adornada por una barandilla ricamente ornamentada con finos hierros dorados.
Casa de la Marquesa-Casa de Cultura
En la parte trasera del edificio se encuentra un acogedor jardín romántico con gran variedad de especies autóctonas, donde podemos aprovechar para un breve descanso y tomarnos en su coqueto quiosco el café de media mañana. En el año 2000, se convirtió definitivamente en la Casa de Cultura de Gandía, y desde entonces ofrece una programación estable durante todo el año, en la que se realizan exposiciones, conferencias y conciertos como el Festival Internacional de Música. Con el buen tiempo, muchos de estos actos se trasladan a los jardines.


Continuamos por el Paseo de las Germanías y a su izquierda, muy cerca ya de la Calle Mayor, nos encontramos con la Plaza de Jaime I. En ella se distingue un bello edificio que alberga la Biblioteca Central, el Archivo Histórico y el Convento de San Roque.


Biblioteca
El Convento de San Roque fue fundado por el V duque de Gandía Don Carlos de Borja y Meneses, hijo mayor de san Francisco. Este convento franciscano abrió sus puertas en 1591. Aún conserva partes de su estructura inicial como el claustro, que merece la pena visitarse. Por la parte trasera, en la calle Duque Carlos de Borja, se abre la primitiva iglesia de convento. En la fachada de este templo se conserva el escudo en mármol del V duque de Gandía, con la fecha bien visible de 1586 y las armas de los Borja y los Centelles, pues don Carlos se casó con doña Magdalena Centelles, heredera del condado de Oliva, uniendo así ambos estados. Ahora alberga la Biblioteca Central y el Archivo Histórico Municipal.


Gran Cine Royalty


Mirando enfrente, al otro lado de la plaza, vemos un edificio singular, lo que fue en su día el Gran Cine Royalty, inaugurado en 1920. Aún conserva parte de su fachada de estilo modernista presidida por dos grandes escudos en cerámica, el de la ciudad y el de Valencia. Durante muchos años acogió la mayor parte de actividades y actos culturales que se organizaban en la ciudad.





Calle Mayor

 A través de la calle Mayor llegamos a la Plaza Mayor. Llegados a este punto, no queda más remedio que contemplar uno de los entornos más bellos de la ciudad con el Ayuntamiento y la Iglesia Colegiata de Santa María.
Aunque no hay documentación escrita sobre su origen, parece ser que la Colegiata fue un templo visigodo hacia el siglo VIII, que los musulmanes levantarían una mezquita sobre este templo y los cristianos harían lo similar al tomar Gandia. La Iglesia Colegiata de Santa María se inició su construcción a mediados del XIV bajo el ducado de Alfons el Vell y se prolongó hasta principios del XVI. Se trata de un ejemplo del estilo gótico catalán cuya arquitectura se caracteriza por la funcionalidad y la austeridad ornamental. Una sobriedad que buscaba crear una atmósfera que invitara a la oración y al recogimiento.
Iglesia Colegiata de Santa María


En el conjunto se pueden diferenciar dos fases constructivas. Su disposición inicial estaba compuesta por cinco tramos y la cabecera, en un espacio interior unitario, amplio y diáfano, de una sola nave con capillas entre contrafuertes y una capilla mayor en la cabecera. La cubierta está resuelta mediante una bóveda de crucería. La iglesia inicial comprendía lo que la mitad del templo hoy, es decir, desde la cabecera hasta la puerta sur, llamada también Puerta de Santa María o del Mercado. El campanario, aunque sigue el canon barroco, no es el original ya que fue derribado por los terremotos de 1598-1599. El actual fue restaurado a mediados del siglo XVIII.

 La segunda fase constructiva se llevó a cabo entre 1499 y 1520, en pleno tránsito del Gótico al Renacimiento, cuando la iglesia se amplió con cuatro tramos más por encargo de María Enríquez, abuela de san Francisco de Borja y regente del ducado de Gandia entre 1497 y 1511. En esta ampliación ya se observan elementos en la pintura y en la escultura que anuncian la imposición del nuevo estilo, como la portada principal o Puerta de los Apóstoles atribuida a  Damià Forment  (“el escultor más famoso y cotizado de toda la Corona de Aragón” como le define el historiador Ximo Company) o  las 23 tablas del retablo mayor, desaparecidas durante la Guerra Civil,  que se encargaron al prestigioso pintor italiano de la época Paolo da San Leocadio, uno de los principales introductores del Renacimiento en España.

De estas obras poco queda en la actualidad por el deterioro y, como ya hemos mencionado, por su destrucción durante la Guerra Civil de 1936. En esta contienda se perdió también el relicario de la Santa Espina, que donó el papa Alejandro VI, suegro de María Enríquez, y que había sido montado con las joyas del ajuar de su hija Lucrecia. María Enríquez consiguió de Alejandro VI, además, una bula en 1499 por la cual a la iglesia de Santa María le fue otorgada la dignidad de Colegiata. Este edificio siguió ampliándose con el IV Duque de Gandia, Francisco de Borja. En 1547 logró el privilegio del Papa para que el deán, es decir, el abad, pudiera usar mitra y báculo en las solemnidades.

Puerta de los Apóstoles
Puerta de Santa María
























La próxima entrada del blog, que se llamará "Gandía: El Palacio Ducal", estará dedicada casi por completo a la visita que hicimos al mismo, el miércoles 11 de febrero de 2015.