viernes, 1 de agosto de 2014

IX. Viaje a Suances.- VUELTA A CASA

Amaneció el dia muy malo, nubarrones amenazando lluvia. Tras el desayuno y pagar en el hotel, cargamos el coche y emprendimos camino a Santander capital. Habíamos planeado pasar el día en la capital para visitarla y por la tarde hacer el regreso con una parada intermedia.
 
Puerto Chico. Calle Castelar
La entrada a Santander fue horrible, muchísimo tráfico y atascos constantes (y además obras en la entrada). Los nervios de los conductores a flor de piel. Mal presagio. Por fin llegamos al puerto entrando por el Paseo de Pereda y después por la calle Castelar. Aquí dejamos el coche en un parking público subterráneo y comenzamos la visita a la ciudad.

El tiempo no mejoró, sino que cada vez era más inminente la posibilidad de lluvia. Aún así, nos armamos de valor y comenzamos por las calles aledañas al Paseo de Pereda como Peña Herbosa, Daoiz y Velarde, Plaza Cañadío, etc. y así hasta el Ayuntamiento. Un dato curioso es que en Santander algunas calles están muy pendientes y las cuestas son bastantes, cosa extraña al ser ciudad costera. Aunque el tiempo estaba desapacible muchos santanderinos andaban paseando por estas calles y por el muelle de Puerto Chico disfrutando de las vistas de la bahía.
Ayuntamiento

Y llegamos al Ayuntamiento que se encuentra en pleno centro comercial de la ciudad, a pocos metros de la Catedral y de la Plaza Porticada. En los alrededores se encuentran todo tipo de tiendas, bancos, cafeterías, restaurantes, etc.
Es un edificio
que está compuesto de estilos de carácter diverso y modernista, con fachada de piedra blanca y dos cuerpos simétricos unidos por una zona central en la que se halla la puerta de acceso, y sobre ella el balcón presidencial, el reloj y el escudo de la ciudad. En su interior existen unos frescos del pintor Fernando Calderón, que recogen escenas de la vida cotidiana.

Y del Ayuntamiento a la Catedral gótica de Santander, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, fue levantada en el siglo XIV y es uno de los monumento más antiguos de la Ciudad. Su planta es de tres naves, siendo la central más ancha y alta que las laterales, separadas por pilares de gran altura. En su interior se guarda el sepulcro de Menéndez Pelayo y destacan las ruinas romanas en la Cripta del Cristo, situada en los bajos y perteneciente a la etapa constructiva. A lo largo de su historia ha sido reconstruida en numerosas ocasiones, sobre todo a raíz del incendio sufrido en el año 1941. Fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 1931.
Catedral
La Plaza de Velarde, Plaza Porticada e incluso Plaza Mayor de la Música, que de las tres maneras suelen llamar los santanderinos a esta plaza, es una plaza porticada con soportales que la rodean y que van dando acceso a las diferentes calles. En ella se encuentran la Delegación de Gobierno de Cantabria, Hacienda, el Gobierno Militar y Caja Cantabria.
En éste último edificio llaman la atención las dos enormes esculturas desnudas realizadas en bronce, una de un hombre desnudo con un panal, de 4 metros de altura, que representa el Ahorro y otra de una mujer desnuda con cántaros, que representa la Beneficencia. 

La plaza surge tras el incendio que asola Santander en 1941 y la reconstrucción de la ciudad, de estilo neoherreriano. En 1952 se crea el Festival Internacional de Música y Danza de Santander, eligiendo este lugar para sus celebraciones, de ahí el nombre de "Plaza Mayor de la Música".
Plaza Porticada y estatua de Pedro Velarde

El tiempo iba empeorando por momentos y ya tuvimos que tomar la decisión de ir al parking y volver a casa. Empezó a arreciar la lluvia, por lo que nos refugiamos en un restaurante, tomándonos unas cañas y unos pinchos de tortilla de patatas con jamón.

Edificio del Banco de Santander



Edificio del Banco de Santander

Edificio del Banco de Santander
Cuando amainó la lluvia, arrancamos el coche y nos pusimos en carretera alrededor de las tres de la tarde. Habían pasado casi tres horas cuando hicimos la primera parada, Lerma. Esta bonita ciudad, que ya habíamos visitado hacía 10 años, estaba en fiestas. Aparcamos y entramos para recordar algunos de sus bonitos edificios.


Pasando el arco de entrada "Arco de la Cárcel", ampliado en la parte superior con ladrillo en 1.610, para convertirlo en cárcel, llegamos al casco urbano medieval. Lerma se convirtió en Corte de Recreo, adonde acudían personajes relevantes y artistas (Góngora, Lope de Vega ... ), y se celebraban fiestas y banquetes en honor de los Reyes de España. En Lerma nació el séptimo hijo de Felipe III, la Infanta Margarita, que fue bautizada con toda pompa y solemnidad en el Convento de las Clarisas.

En la enorme Plaza Mayor, justo enfrente del Convento de San Blas se encuentra el Palacio Ducal, hoy Parador Nacional, mandado construir por el duque de Lerma para su residencia y como aposento real de Felipe III, en el lugar donde se encontraba el antiguo castillo medieval.
Plaza Mayor de Lerma
  






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En la Plaza de Santa Clara, hay una magnífica vista panorámica de la vega del río Arlanza. Es el Pasadizo del Duque de Lerma o Pasadizo Ducal. Éste fue construido a principios del siglo XVII para unir el Palacio del Duque de Lerma con la Colegiata de San Pedro Apóstol, para que los miembros de la nobleza pudieran desplazarse sin pisar la calle pública. Fue diseñado por Juan Gómez de Mora.
En el centro de la plaza de Santa Clara se encuentran los restos del famoso héroe y guerrillero durante la Guerra de la Independencia, Jerónimo Merino Cob, apodado "El Cura Merino".


 


En el hotel Villa de Lerma nos paramos a tomar un bocadillo, yo no tenía ganas de comer nada, creo que el pincho de Santander me había hecho daño, pero con la cerveza fresquita el bocadillo supo a poco. Me lo comí con ganas.









Pensamos dormir en Lerma, pero a Isabel le entraron las prisas (cosa rara en viaje largo) y sólo tenía ganas de llegar a casa, así que de nuevo a la carretera. Pegamos un tirón de unos 350 km. y nos paramos en el restaurante La Zagala muy cerca de Arenas de San Juan. Isabel comió algo, yo no pude. Me tomé una vaso de agua con bicarbonato, el pincho de Santander más el bocata de Lerma seguían ahí sin hacer la digestión. Eché el asiento para atrás y me tendí cinco minutos. Parece que me vino bien y arrancamos nuevamente. Pasadas las 12 de la noche llegamos a casa ¡que es donde mejor se está!
A. Redondo